«La obediencia es el peor contagio»

De: per dició
Enviado: viernes, 6 de noviembre de 2020 14:34:30 CET
Asunto: «La obediencia es el peor contagio»
Si és per gaudir-ne, «el cap de setmana» són 2 dies pelats.
Però si és per fer-nos la vida impossible, via «toc de queda» + «confinament municipal» (com si a tots els municipis hi hagués de tot!) ara resulta que «el cap de setmana» comença a les 22:00h del dijous (i a les 21:00h ja ha tancat tot el que encara pot obrir) i acaba a les 06:00 del dilluns.
80 hores!
I TOTHOM SEMBLA TROBAR-HO NORMALÍSSIM!
Realment, qui encara no ho vegi és que no ho vol veure.
I si no es vol veure, no hi ha res a fer.
Res de res.
Com sempre: gràcies pels enllaços!
Salut i Senderi!
Jordi
https://twitter.com/plantabaixatv3/status/1323593619115282432

Planta baixa TV3 (@plantabaixatv3) twitteó a las 0:51 p. m. on mar., nov. 03, 2020:
 
Estem a prop del col·lapse hospitalari?
 
«Rotundament no. A dia d’avui, s’estan fent pràcticament tota la resta d’activitats que no tenen res a veure amb la Covid-19.» Benito Almirante, cap malalties infeccioses Hospital @vallhebron #PlantaBaixaTV3
@spectatorindex
COVID-19 deaths per million people.
Belgium: 985
Spain: 767
Brazil: 750
US: 710
Mexico: 705
UK: 684
Argentina: 680
Italy: 640
Sweden: 587
France: 560
Iran: 413
S Africa: 324
Canada: 268
Russia: 190
Saudi: 152
Germany: 126
Turkey: 120
India: 90
Indonesia: 51
Japan: 13
Malaysia: 8
10:30 p. m. · 31 d’oct. de 2020
@Amor_y_Rabia
(INFOGRAFICO) Muertos diarios por Coronavirus en la última semana en países europeos que aplican medidas restrictivas (Francia, España, UK, Italia), y países que se niegan a hacerlo (Serbia, Bielorusia, Suecia) https://ourworldindata.org/coronavirus

12:53 p. m. · 31 d’oct. de 2020

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(…)

Conclusiones

El presente dictamen permite concluir:

Que la precompra de la vacuna de AstraZeneca infringe numerosas normas de control administrativo.
Que el Estado no puede imponer la vacunación obligatoria ni siquiera por ley.
Que los daños causados por la vacuna pueden terminar pagándolos de su propio bolsillo los funcionarios y autoridades responsables.
Que la imposición a los ciudadanos de la administración de la vacuna de AstraZeneca puede incurrir en varios delitos.

30 de octubre de 2020

José Ortega
ABOGADODerecho de costas marítimas
Plaza Mariano Benlliure 21 El Puig, 46540 Valencia
Tf 961471097 fax 961471287

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LA IMAGEN

La opinión de los expertos es muy importante.
Varias personas hacen cola en una farmacia del barrio de El Carmel, este miércoles (29/04/2020) en Barcelona, cuando se cumplen 46 días de confinamiento por el estado de alarma decretado por el Gobierno./Foto: Alejandro García/EFE
https://www.larazon.es/cataluna/20200429/e7oxyvdmhrdttoqgn4yzcoake4.html
@aran_tirado
 
¿Acabaremos confinándonos voluntariamente para evitar posibles contagios incluso cuando nos digan que ya no hay riesgo? Hoy me mandaron esta foto hecha en Barcelona y me dio qué pensar. Yo diría que el miedo es el peor contagio(metafóricamente hablando, claro). Mientras, cuidaos.
Imatge
8:38 p. m. · 27 d’abr. de 2020

l 25 de octubre la revista Medical Journal of Australia publicó un artículo defendiendo que los niños son más susceptibles al coronavirus de lo que se pensaba originalmente y “juegan su papel en la transmisión comunitaria” (1).

Cuatro días después la revista Nature decía exactamente lo contrario: “Es poco probable que los niños pequeños propaguen el virus, pero los niños mayores corren más riesgo” (2).

Si una afirmación es cierta, la otra es falsa. Si un artículo es científico, el otro es seudociencia. Se le puede condenar al infierno como terraplanista, magufo… ¿O no?

Al poner la ciencia en un primer plano, la pandemia va destapando cada una de sus miserias y de sus miserables. Una de ellas es la obsesión enfermiza por la circulación del virus, es decir, el contagio, que está en el núcleo de las preocupaciones de ambas publicaciones.

A los científicos le preocupa enormemente el sexo de los ángeles. En lugar de atender a un enfermo, se preocupan por un “positivo”, por detectarlo, rastrearlo y aislarlo. Han construido una pandemia gigantesca con ese tipo de “contagiados”, es decir, con humo y fuegos de artificio.

La tontería que da lugar al contagio es suponer que originariamente el organismo humano carece de virus, que llegan procedentes del exterior. Sin embargo, a lo largo de la pandemia han abundado las noticias de niños que no se han contagiado sino que nacen con coronavirus:

Nace en Huesca un bebé con coronavirus” (3)

Una bebé nace con coronavirus en Lisboa” (4)

Trillizos recién nacidos con covid-19 en México de padres negativos” (5)

Nace en Jalisco el primer bebé de una paciente positiva al coronavirus, pero la prueba realizada al bebé resultó negativa” (6)

Nace en Gran Bretaña un bebé con coronavirus de una madre positiva” (7)

En ésta como en otras pandemias, la doctrina del contagio está mostrando todas sus incongruencias. No explica el origen del virus, aquello que al principio llamaron “paciente cero” y del que ahora nadie habla nada.

Tampoco explica que la inmensa mayoría de los “positivos” sean personas sanas. Pero sobre todo no explica que a los enfermos y fallecidos “por coronavirus” no se les encuentre el coronavirus.

Profetas, científicos y medios de comunicación

“Sí, pero ¿sabe usted una cosa…? ¡He fingido ser profeta!” (Henrik Ibsen. Peer Gynt. Acto V. 1867) Y así andamos, de profetas en profetas como en la obra de Ibsen, profetas, los cuales anuncian grandes males si no cumplimos con los sagrados deberes que imponen “manu militari” desde los vértices políticos, económicos y mediáticos. Una troupe de científicos y periodistas que nos emiten permanentemente la máxima de “sé razonable”, apropiándose de la razón como si fueran sus amos absolutos.

(…)

El 74 por ciento de los pacientes positivos llevaba mascarilla, según un estudio sobre 11 centros de salud de Estados Unidos

Un estudio del mes de septiembre elaborado por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), ha advertido que el 74% de los pacientes positivos estudiados eran portadores habituales de mascarillas higiénicas, y cumplidores escrupulosos de las restricciones.

(…)

Economía política de la pandemia: primero destruir para luego reconstruir

La pandemia es una cortina de humo tras la cual se está poniendo en marcha una nueva política social y económica de muy largo aliento para rescatar al capital de su crisis. A lo largo de estos meses habría que haber leído más al Banco Mundial que a la Organizacion Mundial de la Salud.En su informe del pasado mes de octubre, el Banco Mundial dice: “A fin de revertir este grave revés [pandemia] para el progreso del desarrollo y la reducción de la pobreza, los países tendrán que prepararse para una economía diferente después del Covid, permitiendo que el capital, la mano de obra, las aptitudes y la innovación se trasladen a nuevas empresas y sectores”.

Lo que el Banco Mundial reconoce es que en ésta como en las demás crisis del capitalismo, hay que destruir antes de reconstruir, es decir, imponer una economía de guerra. No obstante, quienes tienen una concepción ingenua del capitalismo no lo entienden. Creen que los confinamientos y cierres de empresas perjudican al capitalismo y que gobiernos, como el del PSOE y Podemos, han tenido que imponer “sacrificios económicos” para preservar la salud pública.

Hace años que tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial van mucho más allá de los “sacrificios”. Hablan de poner el cronómetro a cero y nunca necesitaron de una pandemia para hablar de ello abiertamente.

Por ejemplo, en octubre de 2017 Matt Hancock, actual ministro de Sanidad británico, ya proponía una Cuarta Revolución Industrial en presencia de su promotor, Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial.

Quienes busquen lazos para entender que la economía y la sanidad son dos caras de una misma moneda, tienen a Hancock, un ministro en activo que mantiene -más o menos- confinada a la población británica desde hace siete meses.

Las reconversiones económicas, como la que llevó a cabo el PSOE en España en los ochenta, son un desmantelamiento de sectores productivos completos, con cierres de empresas, de minas y despidos masivos. Entonces el PSOE no tuvo necesidad de invocar ningún pretexto de sanitario.

Ahora padecemos una segunda reconversión industrial con el mismo protagonista y otro comparsa en el gobierno, Podemos, pero la memoria histórica sigue dando muestras de flaqueza. Ayer y hoy los engañabobos siempre hablan del futuro brillante que nos espera para tapar las miserias de un presente desolador.

Para que, como dice el Banco Mundial, se levanten “nuevas empresas y sectores económicos”, los antiguos tienen que desaparecer, por las buenas o por las malas. Con ellos se irán los trabajadores y sus antiguas condiciones de trabajo, abocados al paro y a la miseria, a contratos precarios y a una drástica reducción de su nivel de vida.

Los más cínicos lo llaman “nueva normalidad”.

Coronatimo y, sobre todo, CORONAMITO

Luys Coleto
05/11/2020

 

 
Vista de los asistentes a la manifestación que se celebró el domingo en la Plaza de Colón de Madrid en contra del uso de las mascarillas.
Todo mito deviene sueño, sin razonable y certera posibilidad de distinguirlo de la vigilia. De la realidad. De la desnuda verdad de los hechos. Y todo mito apuntala el orden establecido. O por establecer. Con su consiguiente y detestable jerarquía.Y con su consecuente y atroz violencia. Y todo mito concatena imágenes. En nuestras mediáticas sociedades, estrago y empacho de ellas. Imágenes tras imágenes, se llaman, se hablan, se confunden, se entremezclan, se oponen, se entrechocan, se penetran, se complementan, se extravían, se imbrican, todo ello en un complejísimo y espectacular y macabro juego de asociaciones visuales.

La fragua de la trola coronavírica

Con el mito se procede a la manipulación consciente de un conjunto de metáforas y analogías que ofrecen soporte a la mentira.

Pequeñas o grandes. Fútiles o peligrosas. Hoy la trola coronavírica. Y tras la imagen, el mito se hace «carne» y habita entre nosotros.

Con las nuevas tecnologías, aceleradísima cristalización. Apelando a la emoción, pura pornografía sentimental, la imagen favorece la construcción de una segunda realidad. Y otro gran arsenal para la forja del mito es el hecho de ignorar y manipular los hechos históricos, concibiendo situaciones si fuese preciso y necesario. De esa forma se fijan sus falaces mensajes y se desvía la atención hacia otros lugares deseados por los creadores del mito.

Truño coronavírico, aparentemente verosímil

Un mito político – en nuestro caso, biopolítico-, desnuda y explícita expresión de atroz poder, no deviene simplemente un fenómeno social, un relato explicativo o una plasmación de una idea cualquiera. Es mucho más, infinitamente más. Es la representación – concepto clave – forjada de determinados fenómenos, personas o ideas, generando, a la sazón, una mentira que será utilizada como verdad. La forja del mito requiere profusión de embustes, exageraciones (ahí reside gran parte de su potencia), generalizaciones y deformaciones. En el caso de la plandemia, colosal embuste muy mal perfumado de verosimilitud.

El mito, creado para engañar a las masas

Y dicha representación o hiperrealidad o pseudosaber es construido y edificado y, posteriormente, difundido para engañar a determinados grupos poblacionales que creen en lo que oyen o ven. O piensan que oyeron o vieron («oí decir», » lo vi en la tele»). He ahí la rocosa fuerza del mito: hacer ver escenarios que se quieren ver aunque no existan. Y otra característica de su enorme fortaleza: opacar (incluso clausurar) la auténtica realidad. La verdad, vamos.

Coronavirus, relato ficticio y cochambroso

Ese oí decir que colabora en desencadenar una serie de falsas imágenes (tenebrosas, en su mayor parte) que, en su conjunto, indagan los fundamentos inconscientes de las creencias colectivas, tantas veces absurdas, disparatadas y/o criminales. El mito tima deliberadamente y logra conservarse y perpetuarse mediante la reiteración y la persistente reelaboración de su narrativa ficticia. En el caso del virus de la corona – o las casas reales cual virus-, relato ficticio y muy cochambroso. Narrativa con más agujeros que un colador.

El mito arraiga en mentes débiles

Y, una lástima tener que admitirlo: las mentes de nuestros contemporáneos, España y más allá, débiles. Telecreyentes, creyeron en una mentira portadora de una apariencia o una probabilidad de verdad. Mentes sistemáticamente violadas y domesticadas durante los postreros decenios. Y considerando que nuestras mentes son recipientes de proyecciones mentales, tales imágenes – al mantener estrechos vínculos y verosimilitud con la realidad- se adaptan contribuyendo a perpetuar la mentira.

El mito, impulso para perseguir al disidente

Y no es dable ignorar, tampoco, que la mente humana, valiéndose de la mentira y la distorsión de los hechos, es esclava de (i)lógicas liberticidas y totalitarias. Y muy maniqueas. Con sus correspondientes y necesarios chivos expiatorios. A saber, los burda y maliciosamente denominados negacionistas. O los que montaron el pollo el pasado fin de semana.

Y de esa manera el mito se transforma en fuerza reguladora de las diversas sociedades, sirviendo para el control mental y social de las masas. Y dichas mentes, adictas al mito creado, son talladas por pseudosaberes. Totalitarios. Omniexplicativos. Vampíricos. El de la mafia médica, uno de ellos. El de la tecnoestupidez, otro. Dos claves del actual y masivo lavado de cerebro mundial. Y óptimas palancas, aliadas al mito coronavírico, para llevar al corderito al matadero con muchísima más facilidad. En fin.

 


Salut i Senderi, Hòstia!

Jordi

ESPAI LLIURE DEL MUNTATGE «SIDA»

«El present és d’ells; el futur és meu»

Nikola Tesla (1856–1943)