¿Quién quiere acabar con el SIDA? – Art. Destacado

1 de Diciembre de 2010, DÍA (para el reforzamiento) MUNDIAL DEL SIDA

 ¿Le gustaría que el SIDA desapareciese de la faz de la Tierra?

Pero, ¿QUIÉN QUIERE ACABAR CON EL SIDA?

 

No los oficialistas del VIH/SIDA, pues pretenden seguir viviendo perpetuamente del SIDA convertido en supuesta “enfermedad crónica”. Ni tampoco los disidentes, mientras sigan empantanados   “repensando”, “replanteando” y “reevaluando el SIDA”.

Y, sin embargo, podría acabarse con el SIDA en poco tiempo.

 

Puede ser sugerente preguntarse por qué tantos miles de millones de euros y los esfuerzos de tantas decenas de miles de especialistas están dirigidos desde 1981 a “luchar contra el SIDA” pero no a “acabar con el SIDA”. Parece que el cerebro de políticos, administradores, responsables sanitarios, investigadores, expertos, médicos, periodistas, miembros de comités (llamados) anti-SIDA, etc., no pueda concebir la posibilidad de que el objetivo de tanto despilfarro debería ser ACABAR CON EL SIDA.

Y, sin embargo, si realmente el SIDA fuese una epidemia, ya habría desaparecido por sí solo hace más de 20 años, pues ésta es la característica principal de las epidemias verdaderas: aparecer de repente, crecer exponencialmente, pronto decrecer exponencialmente y desaparecer totalmente de manera natural. Así ocurrió con la peste negra (1347 a 1350) y con la gripe española (1918 y 1919). Sólo a los occidentales modernos inventores de supuestas enfermedades se les ocurre intentar fabricar delante de nuestros ojos una “epidemia crónica”, sueño dorado de especialistas, farmacéuticas y otros traficantes de miedo y poder. Afirman simultáneamente las dos falsedades “hay una epidemia de SIDA” y “hemos cronificado el SIDA”, confiando en que la prisa, la confianza –por ahora- en los expertos del SIDA, el silencio cómplice de otros expertos, la ignorancia de lo básico generado por el bombardeo con millones de datos insignificantes, la práctica desaparición del periodismo de investigación y el miedo generalizado a decir cualquier cosa que se aparte de “lo oficial”, les permitirá llevar su maniobra a buen puerto.

Los oficialistas podrían aparcar por un momento su prepotencia y alegar: “Sí que queremos acabar con el SIDA, pero no sabemos cómo hacerlo”. En tal caso, podrían escuchar lo que proponemos otros investigadores, científicos, médicos, asociaciones, víctimas, etc., que rechazamos el VIH/SIDA.

Cualquier persona que combine en un buscador de Internet el término “SIDA” con alguna de las palabras “verdad”, “mentira”, “fraude”, “estafa”, “timo”, “engaño”, “trampa” o “disidentes», descubrirá un mundo (aún muchísimo mayor si pone las palabras en inglés) que hasta este momento le ha sido censurado por los propios oficialistas y por sus –por ahora- lacayos, incluidos gobernantes, responsables de Sanidad y medios de comunicación de masas. Y muy probablemente, cualquier persona que sin prejuicios estudie críticamente esta documentación llegará paulatinamente a la conclusión de que la versión oficial del SIDA, que se resume en la expresión VIH/SIDA, es pura ficción puesto que carece de base científica, biológica, bio-lógica y real. En otras palabras: entenderá que el SIDA verdadero no tiene nada que ver con lo que se cuenta a la población en general y a las víctimas del SIDA en particular.

Y entonces esta persona se preguntará: “Si el SIDA no es lo que nos dicen que es, ¿qué es en realidad el SIDA?”. La mejor respuesta que he encontrado hasta ahora (pero puedo adoptar otra superior puesto que yo no vivo de esto, al contrario que los oficialistas) es la siguiente: el SIDA es un engranaje construido paso a paso desde 1981 por los CDC (Centers for Disease Control, con sede en Atlanta, Georgia, USA). Y no les fue fácil construirlo, pues les costó 14 años (desde 1981 a 1995) diseñar el SIDA tal como actualmente se le conoce. De hecho, tuvieron que recurrir –entre otros trucos- a: 1) el fraude del Dr. Robert Gallo cometido en sus artículos publicados por la revista Science el 4 de mayo de 1984, base en que se sustenta el VIH/SIDA; y 2) la revolución de 1995 dentro de la propia versión VIH/SIDA, que constó de cinco componentes: 2.1) cambio de modelo de VIH: se pasó del modelo-Gallo-Montagnier (“el VIH es un lentivirus con un largo periodo de latencia y dificilísimo de encontrar”) al  modelo-Ho (“el VIH se multiplica miles de millones de veces desde el primer día y se encuentra en todas partes”, por lo que pasó a ser un virus a gran velocidad); 2.2) aprobación de los nuevos supuestos anti-VIH llamados “inhibidores de proteasa”; 2.3) aplicación de los cócteles bajo el criminal eslogan “golpear rápido, golpear fuerte”; 2.4) introducción del artefacto tecnológico conocido como “carga viral” a fin de poder presentar como beneficiosos unos cócteles venenosos; y 2.5) cambio de la falsedad “el SIDA es inevitablemente mortal” por la mentira “hemos convertido  SIDA en una enfermedad crónica”, cuya única –pero importante- ventaja es que suaviza el miedo, primer factor de fallecimiento con la etiqueta “muerto de SIDA”.

Comprendido que el SIDA no es una enfermedad sino un montaje y que “la causa del SIDA son los CDC”, el único “tratamiento del SIDA” adecuado es desmontarlo. Denunciar a las autoridades sanitarias y a los médicos “especialistas del SIDA” por aplicar unos “tests del SIDA” y unos “fármacos anti-VIH” cuyos fabricantes advierten de que no sirven para una cosa ni para la otra, e imponer una moratoria inmediata a su utilización; reclamar el cumplimiento a rajatabla del derecho fundamental llamado “consentimiento informado”, sistemáticamente violado por todas las piezas del engranaje SIDA; presentar a firmar a cada médico hospitalario un documento donde acepte las responsabilidades civiles y penales derivadas de cada acto médico que prescribe “para combatir el SIDA”; exigir, tanto las víctimas vivas como los familiares de las ya muertas, indemnizaciones por los daños anímicos, físicos, sociales,…, que se les ha obligado a sufrir innecesariamente; requerir que la dirección de Science retire los fraudulentos artículos del Dr. Gallo; abrir un juicio a dicho Dr. Gallo por perjurio; demandar a la Fundación Nobel que retire el Premio Nobel al Dr. Montagnier; declararse TERRITORIO LIBRE DE SIDA; exigir las distintas responsabilidades (políticas, administrativas, médicas, científicas, empresariales, universitarias, mediáticas,…) a los culpables del drama que está ocurriendo; lograr el sobreseimiento de todas las acusaciones de haber “contagiado el VIH” a terceros; etc., son —todas y cada una de ellas— acciones para avanzar en ACABAR CON EL SIDA. Preciso: acabar con el SIDA… DESMONTÁNDOLO. Y para asociaciones “disidentes” que rechazan, en grados parciales distintos, la versión oficial del SIDA. Tras más de 20 años sufriendo los ataques del establishment del SIDA por sus importantes e incluso heroicos esfuerzos contracorrientellevarlas adelante se está constituyendo una Corriente Internacional DESMONTANDO EL SIDA.

Además, confío en que surjan muchas otras propuestas y acciones de las diferentes corrientes de personas y “repensando”, “replanteando” y “reevaluando el SIDA”, ojalá vean y sientan la necesidad de reorientar sus actividades directamente a, de una vez, ACABAR CON EL SIDA.

¿Cuán difícil puede ser y cuánto tiempo puede tomar conseguir efectivamente acabar con el SIDA? Nadie lo sabe. La cuestión clave es… empezar cuanto antes a actuar decididamente para lograrlo lo antes posible. ¡Ojalá el joven director canadiense Brent Leung haya sido premonitorio al poner a su importante documental el título House of Numbers, cuyo traducción correcta es Castillo de naipes. Esto da sentido completo al subtítulo: “El fin del SIDA puede estar más cerca de lo que Usted cree”.

E incluso dentro del propio establishment del SIDA puede haber fracciones que quisieran que se acabase con el SIDA de la forma menos traumática posible antes de que lo desmontemos. Es de prever que haya movimientos a alto nivel cara a la aprobación de una vacuna (o incluso de dos: una “preventiva” y otra “terapéutica”) que permita justificar ante la población “el fin de la terrible pandemia de SIDA”…

Lo dicho: el fin del SIDA puede estar muy cerca. Actuemos para que signifique una enorme liberación de fuerza, de energía, de ilusión, de vida,…, que, entre otras cosas, impida de une vez por todas los terrores, engaños y maniobras dirigidos a construir supuestas enfermedades, epidemias y pandemias.

 

Barcelona, 1 de diciembre de 2010 (ligeramente retocada los 9 y 11)

 

Lluís Botinas     lluis.botinas@plural-21.org   investigador independiente   presidente de

PLURAL-21, Asociación para el cuidado de la vida en un planeta vivo